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La polaca Dorota Kobiela y el británico Hugh Welchman dirigen esta cinta de animación protagonizada por Douglas Booth (visto en The Limehouse Golem y Noé), Jerome Flynn (Bronn en Juego de tronos) y Saoirse Ronan (Expiación, Lady Bird).
Dos años después de la muerte de Van Gogh, el cartero del artista encarga a su hijo que busque a Theo, el hermano del pintor, para entregarle una carta del difunto. El chico conocerá a diversas personas que entraron en contacto con él y descubrirá aspectos desconocidos de su vida así como las circunstancias de su sospechoso suicidio.
Es un trabajo formalmente delicioso, en el que se rodaron primero las escenas con actores para luego pintarlas a mano imitando el estilo de Van Gogh. El resultado es visualmente asombroso.
Este procedimiento es original, pero no novedoso. Basta recordar Waking life de Richard Linklater.
Los directores han incluido en los dibujos paisajes y algunos de los personajes más icónicos retratados por el pintor pero en movimiento.
Aunque la película es en color, los recuerdos de la vida del artista está en blanco y negro.
La estructura narrativa es similar a la de Ciudadano Kane, un joven se entrevista con diversas personas que conocieron al difunto y cada uno explica sus experiencias con él, a veces contradictorias con el testimonio de otros.
El filme pretende plantear dos preguntas ¿Cómo era en realidad Van Gogh y cómo murió?
Fue candidata al Globo de Oro como mejor película de animación pero lo obtuvo Coco.
Pese a su reducida duración (hora y media) puede hacerse un poco larga. El proyecto inicial era un cortometraje y quizás debería haberse quedado en ese, sería más redondo.
Incluye una versión muy peculiar del Starry Starry Night de Don McLean, dedicada al pintor.
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